La burbuja económica, explicada por el Bosco

0
542

Llevaba tiempo intentando comprender un poco la burbuja económica. Escuché a los políticos y las tertulias, leí sobre la crisis Ninja, sobre JP Morgan y las innovaciones financieras, sobre los vínculos entre Wall Street y Washington, sobre cisnes negros, sobre «behavioral economics», incluso fui a ver a Pep Bou pero nada. Que no.

Hasta que un día, en el museo del Prado, vi un cuadro. O en realidad, un tríptico. “El carro del heno” del pintor Hieronymus Bosch. El Bosco vivió en una época convulsa, herética, de gran ignorancia y grandes cambios. O sea,  el Bosco vivió en una época como todas. El Bosco es un pintor enigmático, cargado de simbología, y para algunos con dotes proféticas. También es todo un precursor de la visualización mediante “mapas mentales”, o eso me pareció a mi.
 
Queridos contemporáneos, «el carro del Heno» proporciona el más completo modelo de la famosa “burbuja económica” que conozco, y lo hace 500 años antes de que se produjera. Supongo que porque cada época tiene su burbuja, porque unas burbujas se montan sobre otras o porque la propia civilización es una burbuja. De hecho, hay quien dice que todo el progreso occidental no es más que una burbuja generada por el descubrimiento de oro y plata en América. En definitiva, comoquiera que las explicaciones de los economistas e instituciones actuales no me resultaban satisfactorias, por técnicas, sesgadas o superficiales, he decidido recuperarlo hasta que alguien pinte algo más acertado en los próximos 500 años.

 

"El carro de heno"

 

He aquí un análisis actualizado de los símbolos, desde la autoridad que me da tener un blog. (Pueden verse detalles en esta página de Wikimedia):

 
1)    El carro del heno. El cuadro representa el avance de un enorme carro de heno, tirado por monstruos, que es rodeado por personaje de todas las clases sociales que  luchan por distintos métodos de conseguir su parte.
La explicación, y lo que hace que nos encaje nuestra idea de “burbuja”, es que en el mundo medieval, el heno representa lo efímero de lo material y de los afanes humanos por adquirirlo y mantenerlo.. Dicen los expertos que la imagen del heno alude a un versículo de Isaías: “Toda carne es como el heno y todo esplendor como la flor de los campos. El heno se seca, la flor se cae”. También se cita un conocido proverbio holandés: “el mundo es un montón de heno, cada cual toma lo que puede”.  Podría haberse pintado un carro de oro, pero poniendo heno, similar en color, se aprecia mejor el absurdo de correr tras lo perecedero

 
Es decir, el “heno” atrae alegóricamente la codicia, la avaricia y la vanidad, así como la búsqueda de poder, de bienes, de cargos, de aplausos. Cosas que en la época estaban mal vistas, y sin embargo legitimadas hoy en día. Como decía Gordon Gekko en Wall Street es “Greed is good” : “El punto es, señoras y señores, que la codicia, por falta de una palabra mejor, es buena. La codicia funciona, la codicia clarifica, penetra y captura la esencia del espíritu evolutivo».

 
En fin, como regla mnemotécnica, el heno es “forraje”, y lo que quieren los que se arriman, es “subirse al carro” y “forrarse”. Lo mismo que los que hacen una burbuja económica. Lo malo, es que como el símbolo del heno, el mecanismo es efímero y lo supuestamente acumulado se evapora.

 
2)    El carro es tirado por extraños seres mitad hombre, mitad animal. El Bosco indudablemente se refiere a los mismos “espíritus animales” que mencionaba Keynes, al menos en el sentido del reciente best-seller del mismo título de Akerlof y Shiller, las “conductas irracionales” que nos han llevado a la crisis: el exceso de confianza colectiva (como en el mercado inmobiliario o los derivados financieros), la corrupción y la conducta antisocial, o el poder de historias (como la “nueva economía” en la burbuja puntocom). Es importante matizar que a esos «espíritus animales» también se les ha dado un sentido positivo: el optimismo cándido del emprendedor y su instinto por la acción, necesario para la prosperidad

 
Los diablos avanzan y van causando la ruína. Eso nos hace ver que las burbujas no son inocuas: su crecimiento causa daños colaterales: guerras, contaminación, miseria y como también recuerda el Bosco, daños morales y psicológicos.

 
3)    El carro se dirige de forma inexorable a algo parecido al infierno. Sus ruedas nos recuerdan los ciclos de la economía, esos de los que sólo se habla cuando la economía está baja. Cada burbuja es seguida por un crack.

 

Como muestran las imágenes, ruinas y tormento esperan en efecto a los que no se despeguen de la burbuja a tiempo. La escena central es significativa: los diablos están construyendo una torre, usando como materia prima a los que acompañaban el carro, a la vez que otra torre arde al fondo: como dicen algunos economistas, la solución a una burbuja genera la siguiente. (por ejemplo, la actual sería consecuencia de la liquidez introducida para paliar el crack de la burbuja puntocom de 2000).

 
Eso nos lleva a la carta del tarot de “la Torre”, cuyo significado es el cambio violento que implica la destrucción repentina e inesperada de lo viejo, la “ruptura de esquemas caducos o mal cimentados” y la necesidad de “aprender de las  crisis”. Puede ser también alusión a la torre de Babel, la confusión que surge a la hora de encontrar soluciones. Por otro lado, me recuerda que el frenesí construcción de rascacielos es evidencia de próxima crisis. (De hecho, en este blog se predijo la fecha de inicio de la actual crisis con tres años de anticipación utilizando ese criterio).
 
 
4)    Tras el carro, a caballo, se ve una comitiva presidida por dos reyes y un papa que cabalgan mansamente, vigilando lo suyo. Los cargos que los rodean parecen más civilizados en sus métodos. Estos personajes aparentemente no tienen que jugarse la vida para acceder a unas briznas de heno. También es cierto que el volumen del carro les impide ver lo que hay delante: lo que parece una marcha triunfal es en realidad una danza infernal camino del desastre.

 

Sin embargo, se aprecian comentarios, politiqueo y miedo en los ojos. Todos tratan de se arrimarse a los poderosos y no separarse del grupo: fuera de él comienza la lucha por la supervivencia. Una escalera apoyada en el carro nos recuerda el afán por ascender, el deporte de los trepas. En nuestra crisis podríamos asimilar los “reyes” a los distintos responsables políticos, desde Bush hasta los concejales de urbanismo, el “papado” a los que han justificado y santificado el sistema burbujil, sea Alan Greenspan o el decano de la Harvard Business School, y los cargos a todos los que estamos medianamente integrados en el sistema, incluso sin conocimiento u opción.

 

5)    A distancia del grupo de los bien vestidos, la  chusma, el lumpen, trata de arañar unas briznas de heno cuando el carro, la oportunidad pasa. A ellos no les está permitido seguir el carro. Deben tomar su oportunidad cuando se presenta, y apostarlo todo por ella. Como dice Eminem: “Mira, si tuvieras un tiro / O sólo una oportunidad / Para alcanzar todo lo que alguna vez quisiste / En un momento / ¿Lo capturarías o lo dejarías ir?” Pueden llegar a la lucha y al asesinato. La escalera para ascender de forma fácil al carro ha caído para ellos, deben saltar a él, si pueden.
 

6)    Sobre el carro, dos parejas tocan música o hacen arrumacos, según su clase social: el pobre se conforma con el placer y la comodidad vedados, el rico busca status y sofisticación. Son los modelos de éxito, el equivalente a nuestras celebridades, la aspiración de todos. Son Brad y Angelina, Bill y Steve, Ronaldo y el Pocero. Un personaje presenta la partitura que codifica lo “cool” y que interpretan los demás, quizá sea Anna Winthour o algún genio publicitario a sueldo. Un demonio con el símbolo de la vanidad, su cola de pavo, toca la trompa y llama la atención a todos sobre ellos, a falta de revistas y televisión.

 

7)    Cristo, en una nube, hace un gesto de misericordia y muestra las llagas de su sacrificio. Pero quizá éste sea el cuadro donde menos caso se le hace a Cristo, nadie le mira. Sólo un ángel parece atento, quizá porque implora por los hombres, quizá porque Jesús es el hijo del patrón. O quizá, porque el pícaro que se oculta tras el seto ha tenido éxito y ha conseguido que se fije en la jarra de vino que interpone en su visual. Lo cierto es que en una burbuja, nadie mira dónde debe, y la lechuza de la derecha representa según los expertos, precisamente eso, la ceguera humana.

 

8)    En primer plano, unas mujeres se dedican a criar niños, que crecerán y competirán por los recursos y las oportunidades. El combustible de la burbuja son los números humanos, no el oro, la construcción, los tulipanes, las puntocom o los derivados financieros. El Bosco parece anticipar a Malthus. Una limpia el culito de un crío, clara metáfora de que en todas las burbujas, los justos acaban limpiando los marrones de los que la cagan.

 

9)    Algo detrás, hay una hilera de ciertas personas dedicadas a actividades fraudulentas. Entre ellos:

 –    un mendigo que lleva unos niños (hoy podría ser alguien que hace fraude en las ayudas que pide al estado, sea porque trabaje en la economía sumergida o tenga un banco)
–     un médico embaucador con su bolsa llena de heno (que en sentido amplio podría entenderse como un gurú, con su powerpoint y todo – de hecho, este tema también lo representa el Bosco como “la extracción de la piedra de la locura”, criticando en general a los charlatanes, sus remedios y a los crédulos que los compran)

–     un monje de abultada panza comprueba sentado y sin hacer ningún esfuerzo como las monjitas se afanan rellenando sus sacos con heno, lo que nos permite visualizar a alguno de los insaciables rentistas que se esconden detrás de los bancos de inversión. Sólo hay que cambiar los hábitos por trajes de Armani, los sacos por terminales de Bloomberg y apoyar la mesa en alguna terracita de los Hampton.

 

EPÍLOGO
Cuando el tríptico se cierra, aparece una escena en la que aparece un viejo peregrino en un paisaje lleno de peligros. Con un largo cayado va apartando, escarmentado de sus errores, las muchas tentaciones y peligros del camino. Gracias a la atención y la disciplina ha podido llegar indemne a su edad.