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Mientras tantoLa hoguera de las vanidades

La hoguera de las vanidades


Me llega un mensaje claro por parte de una conocida bloguera de esta revista: «El Zar está obsesionado con el sexo y el trabajo. Sólo habla de follar o de sus peripecias en el curro». No es cierto; mi querida bloguera está muy equivocada. El Zar sólo está obsesionado con follar, el trabajo se la trae floja, y se la traería aún más si no fuera pobre como las ratas y no tuviera que penar cual vulgar humano para ganarse las habichuelas. Que duro es vivir en medio de esta hoguera de las vanidades y más aún pasar los lunes al sol. Se me encoge el corazón cuando veo al ejecutivillo de tres al cuarto que quiere ser importante poner cara de éxtasis y sonrisita diarréica cuando habla el mandamás de la compañía. Traga lefa sin rechistar, poniendo siempre buena cara y dejando muy claro que su actitud es superpositiva, porque todos sabemos muy bien, menos él, que sus aptitudes son escasas, por decirlo breve y suavemente. Y qué te puedo decir de la paleta ambiciosa que ha invertido miles de sueldos en mejorar su imagen y ahora camina por la empresa como si hubiera jugado a las muñecas en La Moraleja. La meliflua, pobre de ella, que no sabe dónde está parada, vampiriza a todo el mundo a su alrededor y tiene las tetas agujereadas de medallas, medallas que pertenecen a otros y otras a los que ella pisotea y sanguijuelea a diario. Es la prota, cuida y mima al equipo siempre que ella sea la lideresa; cuando alguien destaca o recibe halagos de los superiores saca a relucir sus mejores armas: el navajeo, el rodeo traicionero, el quítate tú que me pongo yo, el redoble de tambor ante la llamada del jefe y la pose meliflua. Allí estábamos todos reunidos en torno al líder con los culitos prietos no nos la fueran a clavar al menor descuido. Eso algunos como yo y unos pocos colegas, porque otros distienden el esfínter siempre que pueden para tragar rabo poniendo cara de placer y a ver si me subes el sueldo o me mencionas en público querido líder y así puedo sacar pecho de triunfador. Ellas, no todas claro, a chupar, algunas si pudieran no lo harían en sentido figurado, todo por el dinero y el poder… ¡La hostia, viva el ser humano!

 

Podría hablarte también del cobarde presuroso, ese tonto inseguro que cuando el jefe levanta la voz va corriendo al despacho a pedir árnica y después se hace el ingenioso en todas las reuniones para que veamos cuán talentoso es el pobre. Y el eco. ¿Te acuerdas del eco? Sí, ese, el que habla siempre cuando termina el jefe para decir lo mismo con otras palabras… Le acaban de dar un par de collejas de las buenas y se está desinflando como si fuera un globo, dejando a su paso una pedorreta fétida de las que hacen época, mezcla de ácido sulfídrico, arroz con bogavante a cuenta de la empresa y miedo, mucho miedo. Lo mismo que el ejecutivo agresivo superpreparado, le han dado un par de revolcones que lo han dejado fuera de sí y juega a no ser perdedor haciendo que hace sin nada que hacer. ¿Y yo? Yo ya soy un corcho agujereado que a duras penas se mantiene a flote y folla menos que un casado sin dinero.

 

¡Me cago en la puta! Se acerca el verano y estas zorritas empiezan a lucir piel, la morenita que está detrás de mí y sale con el caramarica está para chupárselo todo y yo sin poder hacer nada. El otro día mientras hablaba por el móvil la sorprendí mirándome; hubiera dado millones por saber qué pensaba. Seguramente en lo patético y poco atractivo que resulto, mientras yo prefiero pensar que se hace dedos sin parar mientras se mete mi rabo en la boca. Puajjj! ¿Te hablo de la becaria de veinticinco que acaba de entrar? ¡Qué enfermedad! Es un poco carnesuelta pero como es muy joven todavía está pa agarrar. La hijaputa me huele las ganas de follar a la legua y me evita como a la peste, ¡y mira que yo me hago el reservado y educado que no da un paso en falso! Pero nada, ella babea detrás de un amigo mío, buen chaval, que su mujer está a punto de parir y él debe llevar unos cuantos meses sin meter. Aún así, lo lleva con dignidad, pero yo sé que es una pose. Ya le he advertido de que como se folle a esa becaria se va enterar, lo voy a perseguir hasta el puto parque donde se lo hagan, le voy a hacer fotos y lo voy a chantajear: ¡o follamos los dos o se entera tu mujer, socabrón! 

 

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