Las fases del cambio (2)

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Mi post anterior en Fronterad introducía un esquema para las “fases del cambio”, a partir de una  canción de Peter Gabriel. La primera estrofa era “From the pain come the dream” – el sentido de urgencia que impone el dolor (o la perspectiva de encontrarlo ) es el gran dinamizador que evita aferrarse al status quo. Guste o no, la satisfacción es la muerte, y la guerra y la supervivencia son periodos fructíferos en la innovación y el cambio. De hecho, se piensa que todo el progreso humano se activó cuando no se renunció aplicar las soluciones encontradas en los duros periodos glaciales a terrenos más fértiles.

 

Vayamos con la segunda: “From the dream come the vision”. Si alguien ha sido capaz de creer en algo mejor, éste es el momento de imaginarlo, de darle forma mental, para que más adelante pueda comunicarse o planificarse. En esta fase es donde mueren la mayor parte de los cambios, por lo que me detendré en sus peligros.

 

Los biólogos saben que en caso de amenaza, muchas especies, humanos incluidos, tienden a un estado de parálisis llamado “inmovilidad tónica”. Quizá sea por camuflarse mejor con el entorno, quizá por aumentar la posibilidad de sobrevivir a costa de un vecino más inquieto… Lamentablemente, esta estrategia no es válida para empresas: un depredador puede decidir irse a comer a otro sitio, pero los ingresos no vuelven espontáneamente.

 

 Una conducta opuesta, pero también habitual en las presas amenazadas, es la agitación irreflexiva, que llamando la atención quizá consiga atemorizar o al menos disuadir al adversario. Pero, como el que se agita en arenas movedizas, puede ser un simple acelerador del fin. Un ejemplo: en la pasada crisis “puntocom”, muchas empresas tecnológicas luchaban por llamar la atención y no por buscar ingresos. En concreto, Computer.com dilapidó el 60% de su financiación (casi 6 millones de dólares) en 90 segundos de anuncio en la Super Bowl…

 

Ese es un primer enemigo para que progrese el cambio. La presión del “dolor” puede cegar y provocar reacción y no visión. No puede haber visión sin comprensión. Puede que también ocurra al revés. Decía Einstein que “una vez se ha reconocido un problema, el camino hacia su solución es una evidencia”. Quizá el mundo de las organizaciones sea menos pulcro que el de la física, pero es cierto que suele bastar que se comunique una “visión” convincente de un futuro mejor, para que las oportunidades, las estrategias y las energías surjan.

 

Ahora estamos sufriendo una crisis económica, y los buenos doctores han recetado cataplasmas y curas de eficiencia, lo que es muy razonable y permite el lucirse a los técnicos que conocen la máquina. Ahora bien, podríamos pedir algo más.

 

“Por lo que puedo deducir, «eficiencia» significa que debemos descubrirlo todo sobre una máquina, salvo para qué sirve. Ha prosperado en nuestro tiempo la más singular de las proposiciones: la suposición de que cuando las cosas van muy mal, necesitamos un hombre práctico. Sería más acertado decir que cuando las cosas van muy mal, necesitamos un hombre no práctico”.

 

La cita es de Chesterton, que reclama que aparezca un pensador, o incluso un chiflado, que tenga cierta doctrina sobre por qué las cosas no funcionan y de qué es lo que queremos. Suele ser común un olvido generalizado de aquello que los hombres pretendían cuando construyeron sus “máquinas”, sus instituciones. A veces no basta con engrasarlas. Alguien tiene que arrancar una cadena de inspiraciones. Sólo así se seguirá el camino de mayor oportunidad y no el de mayor familiaridad.

 

Ese es el segundo peligro, que se limitan las mentes. Suele tener buenos abogados.

 

El tercer peligro es creer que un sueño deseado con mucha fuerza equivale a una visión. Una visión es un proyecto, una propuesta, una forma de arrancar o una meta hacia el estado deseado. Puede ser el estado deseado, si es inspirador. El peligro es confundir deseo -estático- con visión – dinámica.

 

Por ejemplo, el éxito mediático y editorial “The secret” ha conseguido transmitir la idea de la “ley de la atracción”, según la cual “todo lo que pasa en la vida, tú lo atraes por las imágenes que mantienes en tu mente”. Una consecuencia es que para tener una vida feliz y exitosa, basta con visualizar tus deseos. Como autoridad, se utiliza entre otras hermosas citas del pasado una del ya mencionado Joseph Campbell – “sigue tus sueños y el Universo abrirá puertas donde antes sólo había muros”. Lo que ocurre es que la cita se emplea impropiamente: “seguir los sueños” no es “seguir soñando”, es algo más. “Seguir soñando” es no olvidar los sueños mientras se camina. Da igual que el Universo abra puertas si nadie anda.  “The Secret” es al éxito lo que la pulsera “PowerBalance” a la salud.

 

El realista debe seguir al idealista. Aunque se trate de la misma persona. Como decía Julio Cortázar, “las cosas invisibles necesitan encarnarse, si no, las ideas caen a tierra como las palomas muertas”.  No basta con quedarse en el “dream”. Nada cobra forma por sí solo.