Así lo contaba Teresa Sesé en el diario ‘La Vanguardia’ el pasado 19 de abril: “El mundo del arte se nutre de tanto en tanto de paradojas extraordinarias. Por ejemplo, que un joven burgués a quien su familia regala, con 14 años, una cámara fotográfica Brownie –el obsequio de moda a comienzos del siglo XX entre los de su clase- acabe desarrollando, sin más ambición que la de colmar el álbum doméstico, un lenguaje estético y conceptual que, a ojos de hoy, los sitúa de pleno en las vanguardias”. Es el caso de Joaquin Gomis (1902-1991) a quien la fundación Joan Miró, bajo el título ‘Joaquin Gomis: de la mirada oblicua a la narración visual’, dedica una exposición comisariada por Juan Naranjo. Incluye una selección de casi 200 fotografías y muestra uno de los aspectos más interesantes y menos conocidos de su producción: los fotoscops. “En estos fotolibros Gomis, junto a Joan Prats, desarrolló una visión particular a medio camino entre el lenguaje cinematográfico y el fotorreportaje. Los fotoscops fueron fundamentales en la comprensión de la obra y la figura de personalidades relevantes del arte del siglo xx como Joan Miró, Antoni Tàpies o Antoni Gaudí. La exposición presenta fotoscops inéditos como Eucaliptus, Barcelona y la serie sobre el cuerpo femenino, así como otros que tuvieron un éxito destacado como Atmósfera Miró, Gaudí, Ibiza fuerte y luminosa y Artesanía. En este apartado se parte de una selección de fotografías, maquetas, álbumes, fichas fotográficas, proyecciones y fotolibros para acercar al público la innovadora concepción narrativa que usaron Joaquim Gomis y Joan Prats en los fotoscops”.