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Pedro Carrillo, el enamorado de la piel

Pedro Carrillo y su mujer (a la derecha), junto a su amigo Manolo y su esposa.

(Jaén. Enfermero, murió con 59 años el 6 de abril). Pedro Carrillo, enfermero en el hospital Princesa de España de Jaén, comenzó a usar mascarilla quirúrgica (las que tenían) antes que cualquier otro sanitario de su departamento. “Según contaba una de sus compañeras, entre ellas se decían: ‘Mira Pedro, qué exagerado’. Él tenía conciencia de que podía contagiarse”, explica uno de sus amigos íntimos, Manolo Cazalilla. Especializado en la cura de heridas y dedicado a la recuperación de pacientes de maxilofacial, iba a cumplir 60 años en septiembre, estaba casado y era padre de familia. Pero el lunes 6 de abril murió por Covid. “Por las fechas en las que empezó a tener síntomas, el 13 de marzo, lo tuvo que coger al final de febrero con algún paciente de la consulta”, apunta Cazalilla. Sus allegados recuerdan a Pedro como una persona que se volcaba en los demás, amable, entusiasta y muy cercana. “Jamás lo vi enfadado, nunca dejó un paciente sin curar, fue muy generoso en todo”, cuenta el que fue su amigo durante 43 años. Pedro empezó con fiebre ese viernes 13. Su mujer, Dulce, también sanitaria en el mismo centro, lo puso en conocimiento del hospital. Le dijeron que los llamarían, pero no lo hicieron. Seis días después de los primeros síntomas, ella decidió llevarlo al hospital. Comenzaba a mostrar problemas respiratorios. En el hospital les recomendaron volver a casa: los dos eran enfermeros y en el centro había mucho coronavirus. Pedro siguió empeorando. Dos días después volvieron al hospital, acabando en la UCI. Él se resistía a ser intubado. “Esta es la última bala que tenemos, no vamos a dejar de gastarla”, le convenció su mujer. Durante una semana Pedro mejoró, poco a poco, día a día. El domingo 5 de abril le anunciaron que le darían el alta al día siguiente. “Y todo el mundo con la euforia de que ha pasado la fase aguda, loco de contento, era muy querido en el hospital”. Pero al día siguiente entró en parada cardiorrespiratoria. “Y ahí termina la vida de Pedro, con un dolor brutal, porque cuando estaba en la UCI todos estábamos en lo peor, pero con la mejoría se nos había abierto un cielo muy grande. Fue un mazazo gigante para todos”, cuenta Cazalilla. En sus palabras, pasaron de la alegría a la tristeza profunda en un día. “Al sistema sanitario nos ha pillado con el culo al aire”, reconoce Cazalillas. No había material de protección en ningún sitio, dice, con una mascarilla para todo el turno y sin gel hidroalcohólico. Los equipos empezaron a llegar hace dos semanas. Ya era tarde para Pedro. “Lo peor es la soledad, no ha tenido el duelo que se merecía”, dice su amigo. Sus padres (de 88 y 85 años) no pudieron acudir a la cremación, en la que estuvieron su mujer, sus dos hijas y dos primos hermanos. Pero muchos han sido quienes le han llorado en la distancia. “Tú eras luz, vida, chispa”, se despedía en una carta el presidente del Colegio de Enfermería de Jaén, José Francisco Lendínez. “Echaré de menos nuestros encuentros de los sábados haciendo la compra en el mercado de San Francisco… tu sonrisa franca y sincera, tu buen gesto, nuestras conversaciones”. También sus alumnos del Grado de Enfermería en la Universidad de Jaén, donde Pedro daba clases por las tardes, quisieron despedirse en un vídeo dándole las gracias por cogerles la mano cuando les temblaba el pulso. Le quedó pendiente uno de sus mayores deseos: hacer un doctorado sobre el envejecimiento de la piel, su pasión, recuerda su amigo Cazalilla. “Despedirme va a ser complicado, olvidarlo imposible. Va a estar conmigo siempre”. Isabel Miranda.Gracias al diario ABC.

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