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Mientras tanto‘Requiem(S)’, Madrid En Danza comienza con todo un espectáculo

‘Requiem(S)’, Madrid En Danza comienza con todo un espectáculo


Requiem(s) de Ballet Preljocaj - 40 Festival Madrid en Danza 2025
Requiem(s) de Ballet Preljocaj – 40 Festival Madrid en Danza 2025

Sí, ya está aquí, ya llegó la 40 edición del Festival Madrid en Danza (MED). Como su directora artística o programadora sigue la coreógrafa Blanca Li que para inaugurar el festival se ha traído al Ballet Preljocaj para que baile su Requiem(s) en los Teatros del Canal. Compañía francesa que tal vez justifique la gran cantidad de personas hablando en francés que había en las butacas.

Desde el punto de vista de agradar al público no podía haber elegido mejor. La coreografía, a pesar de hablar de la muerte y el duelo consecuente, es bonita. Muy espectacular. Y está brillantemente ejecutada por los bailarines.

No solo eso. El vestuario, que no es espectacular, sin embargo, acompaña muy bien los cuerpos en el baile. Los videos que ilustran algunas de las coreografías están rodados con calidad. El pero, quizás, hay que ponerlo a la escena final y la estructura metálica del que cuelgan o sobre el que están colocados grandes muñecos de trapo que contrastan con lo bonito que es el resto del montaje.

Y la iluminación está pensada al milímetro y se ejecuta de forma impecable. Para muestra un botón. Ese momento en que los cuerpos del elenco tendidos y doblados sobre el suelo gracias al vestuario oscuro y a la luz parecen tierra, mantillo, de un jardín. Del que algunos los bailarines sacarán lentamente los brazos desnudos, tan fuertemente iluminados que parecen tallos de plantas, pequeños brotes que crecen ante los ojos del espectador.

El ciclo de la muerte y la vida. Porque antes, durante varios momentos, incluida la primera escena, se les ha visto representar varios descendimientos de Cristo de la Cruz. También su traslado a hombros. Y las figuras suplicantes. Todos ellos remiten a cuadros que el aficionado al arte estará más que harto de ver en los grandes museos europeos y norteamericanos.

Esta referencia a Cristo es importante. Ya que encierra lo que de alguna manera los seres humanos se pueden hacer a los seres humanos. Sobre todo, a esos humanos que luchan por y promueven la igualdad y la libertad. El daño que nos podemos infringir unos a otros y que incluso puede hacer que, aunque no se sea el que lo hace, se sienta vergüenza de pertenecer a esta raza humana capaz de aniquilarse unos a otros por su diferencia de raza, sexo, ideas, orientación política, creencia religiosa, nacionalidad, etcétera.

Una forma de actuar de la raza humana, de matarse a sí misma, a la que le han puesto música tantos compositores como los que aparecen en esta pieza: Ligeti, Mozart, System of a Down, Bach, Guðnadóttir, Cantos medievales (anónimos), Messiaen, Haas, Jóhannsson, 79D. Una música que esta vez se pone al servicio de revisar una serie de réquiems que cada cual ha tenido y tiene los suyos. Tantos llantos reunidos a lo largo de los siglos por la sangre y las vidas derramadas en los que no se busca lo común, sino la diversidad. Y en esa búsqueda se pierde.

Ante ese ballet tan bien intencionado, por su mensaje y objetivo ecuménicos, y tan bien ejecutado, resulta difícil hacer una crítica. Sobre todo, si se comparte el mensaje de no matarás a otro u otros por sus diferencias, sino que celebrarás su memoria, su recuerdo.

Leído así, se podría entender que esta coreografía es un réquiem por la muerte de ese humanismo liberal que celebra la diversidad humana. Leído en estos términos, se podría preguntar ¿entonces puede hacerse una coreografía tan bonita? ¿No debería ser más dramática? ¿No debería estar construida para inquietar, incluso, para desagradar al público? ¿Para rechazar esas maneras humanas de comportarse y esa condición humana de morirse?

Tal vez, si esta coreografía hubiera profundizado de esta manera en su reflexión, tendría más coherencia entre lo que se ve y lo que parece que quiere contar. Y aspectos tan espurios como la mezcla de canciones y músicas de varias épocas hubieran dejado de ser un elemento cosmético en la propuesta. Una propuesta que seguramente habría recurrido menos a la poética de lo bonito y de lo cool. Haciéndola más difícil, pero el riesgo podría haberla hecho más bella.

También hay que pensar que de haber sido así ¿hubiera sido programada para inaugurar un festival? ¿U obtenido los apoyos públicos para su producción? ¿Y el público saldría tan contento y feliz tras haberla visto como salían el día de representación al que pertenece esta crítica? En definitiva, ¿es el dolor por la muerte de otro ser humano y su memoria un gran espectáculo como se ofrece en Requiem(s) o debería ser otra cosa? Piense un poco en los suyos, en los que ha pasado ¿cómo se los bailaría?

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