
El día 11 de septiembre empieza la cuenta atrás…, pero antes vamos a recordar.
Sons of Anarchy. Llevo meses intentado escribir sobre esta serie, pero algo me lo impedía. Presentí, era tan evidente, que Tara, Maggie Siff, iba a morir en esta temporada y ese presentimiento me paralizaba. Ya ha muerto, puedo escribir. Dudaba. ¿Sería JAX, Charlie Hunnam, el asesino? Lo descarté nada más empezar el último capítulo de la sexta temporada. Jax volvía a escribir y cuando escribe conecta con lo mejor de sí mismo. Además, está vez, escribía recostado sobre la tumba de su padre. No, no iba a ser él, pero era inevitable admitirlo: desde que era el líder de la banda ha dejado de escribir su diario y se ha convertido en otra persona, ni siquiera Tara lo reconocía. Pensé durante unos instantes que tal vez los guionistas iban a salvarla, pero seguía oliendo a cadáver y empecé a tener en cuenta otras posibilidades: alguien de la banda, la policía, un accidente, pero los escritores americanos son muy profesionales y encontraron la mejor solución… a Tara la mata Gemma, Katey Sagal, la madre de Jax. Pero rebobinemos y empecemos por el principio.
Sons of Anarchy representa como ninguna otra serie la cultura de la violencia, del poder, del domino, de la impunidad. Es una banda de moteros del norte de California. Todos recorren las carreteras americanas con sus tuneadas Harley Davidson. Hay jóvenes que se incorporan a la organización, pero la mayoría de sus miembros rozan la tercera edad y siguen comportándose como unos jovencitos que acaban de abandonar el instituto por no superar la secundaria. Muchos de ellos son feos, sucios y desagradables. Son el tipo de hombre que una buena madre te enseña a mantener lejos de tu vida, de tu cama y de tu dinero. La banda controla el tráfico de armas, tiene varios clubes de alterne, reniega de las drogas -esta característica les hace creer que se merecen el cielo-, tienen una extraña y larga relación con el IRA y una rivalidad o lucha por el control con otras bandas de la zona: mexicanos, negros, chinos… El personaje más interesante de estos moteros, sin dudarlo, es el protagonista, Jackson Jax Teller. Si me permitís un chiste, diría que si Angelina Jolie lo hubiera conocido antes que a Brad Pitt, sin ninguna duda, Brad no hubiera sido el padre de sus hijos. Bueno, si Charlie hubiera querido, porque ha demostrado que es un hombre que sabe decir que no, y si no, que le pregunten a los productores de Fifty Shades of Grey. Jax es rubio, muy guapo, con un look underground irresistible. El prota de Sons of Anarchy es un cebo perfecto para caer en la trampa y saltarte la regla de mantenerte lejos de los consejos de tu madre y de cualquier advertencia que te dicte tu sentido común. Jax podría haber sido un buen tipo, pero sus circunstancias y antecedentes familiares no le dan ninguna oportunidad. Su padre fue el primer jefe de la banda y eso lo convierte en un príncipe heredero con una extraña relación con la reina regente, su madre. Lo más interesante de la serie es el triángulo protagonizado por Jax, Tara y Gemma. Es casi una estructura de literatura clásica, un drama shakespeariano. Gemma y Tara representan dos tipos de mujeres, antagonistas por naturaleza. El bien y el mal. Tara tiene una prometedora carrera como cirujana, es guapa, es joven, pero pierde el control de su vida por la pasión que siente hacia Jax y la relación con el club. Ella comete dos graves errores: creer que la conexión que hay entre ella y Jax podrá con cualquier dificultad, con cualquier problema, y meterse en su mundo e intentar modificar las cosas desde allí. Se arriesga de una forma suicida por salvar a Jax. Una lesión en su mano derecha, producida en esta batalla, la obliga a dejar la medicina adheriéndola para siempre a las reglas de supervivencia del club. Su vida queda relegada al papel de madre y esposa, atrapada en una pesadilla de la que no logra escapar. La historia de Tara y Jax es tan triste… Su derrota está llena de dolor. Son como Romeo y Julieta entre escoria humana.
Gemma sabe cuál es el punto débil de los hombres y lo utiliza para manipularlos. Dota a los hombres de poder, poder aparente, porque ella lleva las riendas de la situación; es la verdadera jefa. Se convierte en una ventrílocua que manipula a su marioneta hasta que los convierte en un monstruo. Ella manda desde el escondite que le ofrece su familia aunque aparente ser solo una esposa y una madre. Sobre sus hombros reposan sus dos maridos muertos, asesinados por el propio club y, a partir de la sexta temporada, la muerte de Tara. Por supuesto, no se entrega a la policía. No se suicida, llora, sabe que esta vez ha llegado muy lejos. En la séptima temporada Jax tendrá que decidir si da la orden de matarla y nos queda ver si Gemma aceptará la decisión con tanta deportividad como cuando ella manipula a los jefes del club para asesinar a otras personas, la mayoría de las veces para preservar la integridad y supervivencia del grupo. Ahora el club está hecho añicos y ella ha quedado desnuda ante el espectador, ante su hijo, ante ella misma, y nos damos cuenta de que ella es igual que los monstruos que ha ayudado a crear. Hay un diálogo en boca de su segundo marido que refleja su personaje:
—Gracias por centrarme y dotarme de poder, sin ti no lo habría logrado.
Por supuesto eso lo dice unos cuantos capítulos, unas cuantas temporadas antes de ser asesinado por el propio club.