Con el título de “Observados. Voyeurismo y vigilancia a través de la cámara desde 1870”, esta exposición reúne más de 160 fotografías y algunos vídeos. Coproducida por el San Francisco Museum of Art y la Tate Modern, en ella hay obras de clásicos como Lewis Hine, Paul Strand, Brassaï, Man Ray, Weegee, Walker Evans o Cartier-Bresson, y modernos como Tomas Ruff, Philip Lorca diCorcia, Thomas Demand, Nobuyoshi Araki o Helmut Newton. Como escribía recientemente Alberto Martín en “Babelia”, el suplemento cultural de “El País”: el voyeurismo constituye el núcleo y el grueso de la exposición. “De los grandes apartados en que se divide la muestra (“El fotógrafo inadvertido”, “Voyeurismo y deseo”, “Famosos y la mirada del público”, “Testigos de la violencia” y “Vigilancia”), cuatro trazan aproximaciones a diferentes perspectivas del primero, y sólo uno de ellos aparece dedicado al segundo, la vigilancia. (…) Aparecen definidos con claridad los dos grandes argumentos que alimentan el voyeurismo, el sexo y la violencia, del mismo modo, se encuentra bien explicitado el doble impulso, tanto el que conduce al
fotógrafo como el que alienta al espectador”.