Puta. ¿Dónde vamos a ir a parar si de la educación a la prostitución no hay más que un paso?
¿Cómo iba la teoría a tenerse en pie ante tantos placeres? Nadie me conocía y la primavera estaba muy avanzada, la primavera siempre te empuja a actuar, te anima a ponerte la soga al cuello, se presentó la ocasión de quitarme la ropa de campo y yo la acepté encantada. Prostituirme fue fácil porque siempre he sabido que pertenecía a los demás
Los placeres de la guillotina. El gran mecanismo castrador del falo significante
Como si la Revolución Francesa, nos recuerda Foucault en La vida de los hombres infames, hubiese decapitado a todos los padres en el acto de cortar la cabeza del Rey. Ir a la guillotina, enumera Luc Santé, era casarse con la viuda, ir al barbero, encogerse treinta centímetros, sacar la cabeza por la ventana, sacarse una fotografía
Tamales de chivo. Dos relatos sobre la borrachera inmobiliaria
A lo mejor tienes razón y vivía en el limbo por no querer enterarme de cómo eran las cuentas de mi marido, por dejarme mecer en ese lujo en el que vivíamos. Y ya lo estoy pagando, que esto es muy pequeño y nos conocemos todos. Pero lo que no puedes hacer es echarme la culpa de sus trapacerías. Nos engañó a todos
Rodrigo Muñoz Avia y sus padres. La casa de los pintores, una mirada íntima
“Yo vi que como hijo he ido valorando con el tiempo que mis padres eran muy interesantes para los demás. Porque para mí eran interesantes porque eran mis padres. Pero lo daba por hecho. Es el reflejo de una época y de unas personalidades singulares”