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Mientras tantoChorradas teatrales XVII – Cuento de teatro III

Chorradas teatrales XVII – Cuento de teatro III


(Esta historia comenzó aquí y continuó aquí.)

Sí, querido lector, por lo que se ve, esto sigue. Si has leído los dos capítulos anteriores, quizá te hayas preguntado si en serio continuaría esta historia, o tal vez te hayas puesto a pensar si no se convertiría todo en un musical, como en tus peores pesadillas… Veamos cómo sigue, pues…

En fin, que habían dado las dos en el reloj de la torre. Roberto estaba pegándose con su almohada. Y ahora pensarás que tendrá que venir el fantasma del teatro del presente, y te habrás estado unos días estarás preguntando quién sería. Pues en breve lo sabrás… Solo lee un poco más… (Por cierto, yo también me lo he estado preguntando.)

Roberto, mientras pegaba e insultaba a su almohada, se dio cuenta de que habían dado las dos, y pensó que no, que ya bastaba de bromas, nadie más vendría, y por fin podría dormir. Así que dejó la almohada sobre la cama, se tumbó, se tapó con sus diecisiete mantas y miró alrededor. Estaba oscuro, excepto la luz que se colaba a través de la rendija de la puerta.

ROBERTO.- ¿Luz? ¿Me he dejado la luz encendida? ¡Mierda! ¡Con lo que eso gasta!

Pero, de repente, oyó una voz al otro lado de la puerta. Una voz de mujer que creyó reconocer, que decía claramente algo que sí reconoció enseguida:

VOZ.- ¡Rácano, ven para acá! ¡Tacaño! ¡Agarrao! ¡Egoísta! ¡Ven! ¡Date prisa, que tenemos mucho que ver!

Roberto siguió metido en la cama, pues, además de pensar que era todo una broma, tenía frío.

VOZ.- No es ninguna broma, imbécil.

¿Acaso le estaba leyendo el pensamiento la dueña de aquella voz? ¿Acaso la dueña de aquella voz no era…? ¿Qué hacía en su casa? Ya, claro, seguro que se trataba de una grabación, alguien estaba con una grabación al otro lado de la puerta y por eso él estaba escuchando a…

VOZ.- Ven ya, payaso…

Roberto ya no aguantó más, se levantó y abrió la puerta. No era ninguna grabación, no. Allí estaba ella. Sentada encima de un montón de libros. Vestida de Dolly, la que da título a Hello Dolly! Era Concha Velasco.  

ROBERTO.- Lo que me faltaba. Concha Velasco en mi sueño.

CONCHA.- Que no es un sueño, bobo. Que soy yo de verdad.

ROBERTO.- ¿Tú? ¿En mi casa?

CONCHA.- Sí, yo misma. A ver… Bueno… Yo misma estoy ahora durmiendo… Pero soy el espíritu de mí misma, que he venido a visitarte.

ROBERTO.- ¿El espíritu del teatro actual?

CONCHA.- Justo ese. Qué frío hace aquí, a ver si pones la calefacción alguna vez, tacaño.

ROBERTO.- Pero Jacinto me dijo que me visitarían tres fantasmas, y tú me dices que eres un espíritu…

CONCHA.- Es lo mismo.

ROBERTO.- ¿Cómo va a ser lo mismo?

CONCHA.- Bueno, pues soy el fantasma del teatro actual.

ROBERTO.- Pues tú muy actual no eres.

CONCHA.- Perdona, Roberto, pero yo nunca paso de moda, ¡soy Concha Velasco!

ROBERTO.- Además, si ya te has jubilado.

CONCHA.- A ver, yo soy una estrella, y las estrellas siempre están ahí. Por mucho que diga que no voy a volver a trabajar, siempre estaré en vuestro recuerdo.

ROBERTO.- Bueno, pero cuando miras a una estrella y le pides un deseo ya llegas tarde porque hace muchos años luz que se murió. Así que tu deseo nunca te será concedido.

CONCHA.- ¿Y eso qué tiene que ver con lo que estamos hablando?

ROBERTO.- Bueno, estábamos hablando de estrellas, ¿no?

CONCHA.- ¿Y dónde lo has leído? ¿En Instagram?

ROBERTO.- ¿En dónde?

CONCHA.- Mira, yo soy Concha Velasco, y nunca te fallaré. Puedes pedirme todos los deseos que quieras.

ROBERTO.- No me esperaba yo esto… Pensé que como fantasma del teatro actual vendría alguien más… actual…

CONCHA.- ¿Me estás llamando vieja?

ROBERTO.- ¿Yo?

CONCHA.- Mira, iba a venir el fantasma de Angélica Liddell, pero ha decidido cortarse un brazo antes de cenar (poniéndolo todo perdido, por cierto) para dárselo como aperitivo al fantasma del perrito del fantasma de María Asquerino, así que he tenido que venir yo.

ROBERTO.- Bueno, Angélica Liddell muy actual no es, después de aquella cosa que hizo en El Escorial…

CONCHA.-Mira, ya está bien, Roberto, no tengo por qué seguir dándote explicaciones. He venido yo, y punto.

ROBERTO.- Muy bien. ¿Y qué quieres?

CONCHA.- Te voy a enseñar muchas cosas esta tarde. Pero, primero de todo, te voy a poner un vídeo.

ROBERTO.- ¿Un vídeo? ¿Por qué? ¿qué he hecho yo de malo para que me pongas un vídeo?

CONCHA.- Roberto, te pongo un vídeo porque soy artista, y canto y bailo y todo lo que haga falta.

ROBERTO.- ¡Pues hazlo! Pero no me pongas vídeos.

CONCHA.- Te pongo un vídeo porque me da la gana.

Concha señala hacia atrás y se proyecta en la pared un vídeo…

CONCHA.- Aquí estoy yo cantando La chica ye ye.  

ROBERTO.- Lo que me faltaba. Dan las dos de la mañana y se planta en mi casa Concha Velasco a ponerme el vídeo de La chica ye ye. A quien se lo cuente no me lo va a creer.

CONCHA.- ¿A quien se lo cuentes? ¿Pero a quién le cuentas tú las cosas? Si no tienes amigos.

ROBERTO.- Bueno, es que no necesito amigos.

CONCHA.- Y además, aunque los necesitaras, sería difícil que los encontraras, pues con las cosas feas que escribes sobre los artistas…

ROBERTO.- ¡Que no necesito a nadie!

CONCHA.- Por cierto, que sepas que dijiste cosas muy feas de mí cuando hice Hello Dolly!.

ROBERTO.- ¿Por eso vienes vestida de Dolly?

CONCHA.- Vengo vestida de Dolly porque me da la gana.

ROBERTO.- Vale, pesada. ¿Y por qué me pones un vídeo de una canción?

CONCHA.- Porque como veo que te gustan poco los musicales, pues me he dicho, “venga, Concha, vamos a hacer un musical esta noche”.

ROBERTO.- Lo que me faltaba.

CONCHA.- Cállate y mira.

Roberto mira el vídeo proyectado en la pared, pensando en sus cosas, en la lista de los actores y actrices a los que no soporta, en la lista de directores de bufanda (esos que no tienen ni idea de dirigir pero lo suplen con un par de pases de bufanda alrededor del cuello, incluso en verano), en qué hace Concha Velasco en su casa por la noche (ya podría haber venido unos años atrás)… Lo que pensó después de esto mejor no os lo cuento…   

Cuando terminó el vídeo, Concha miró a Roberto. Pero este seguía imperturbable, pensando en sus cosas.

CONCHA.- Bueno, ¿qué?

ROBERTO.- ¿Qué de qué?

CONCHA.- ¿Que de qué de qué?

ROBERTO.- ¿Que de qué de qué de qué?

CONCHA.- ¿Nos vamos?

ROBERTO.- ¿A dónde?

CONCHA.- Tengo mucho que enseñarte.

ROBERTO.- ¿Y lo del vídeo tiene alguna moraleja?

CONCHA.- ¿Moraleja?

ROBERTO.- ¿Tiene un significado? ¿Es una metáfora? O es un pegote. Porque si es un pegote, podrías haber puesto otra canción, que esta de La chica ye ye está ya más vista que el tebeo, anda que no habrás cantado canciones a lo largo de tu carrera. Me has puesto el vídeo sin que aporte nada a la trama, y encima…

CONCHA.- ¿Trama? ¿Qué trama?

ROBERTO.- La trama de mi sueño.

CONCHA.- ¡Que esto no es un sueño!

ROBERTO.- ¿Pero no hemos quedado en que eres un fantasma?

CONCHA.- Claro, soy un fantasma, pero soy de verdad, estoy aquí de verdad, y este vídeo era de verdad. Y yo canté esta canción cuando era joven…

ROBERTO.- Vale, lo que tú digas. No hay trama entonces.

CONCHA,.- Venga, vamos…

ROBERTO.- ¿A dónde?

Concha agarra de la oreja a Roberto, y se lo lleva, cantándole al oído una canción que Roberto no reconoce.

ROBERTO.- ¿Mas canciones? Ah, claro, es verdad, ya me has dicho que esta obra era un musical, y en los musicales cantan sin que aporte nada a la trama.

Concha no contesta, sino que sigue cantando. De repente llegan a una terraza de un edificio alto de viviendas. Roberto mira hacia abajo, y le da vértigo.

ROBERTO.- ¡Qué alto! ¿Por qué me traes aquí? ¿Quieres matarme?

CONCHA.- Calla… Y mira por el cristal.

Roberto mira a través del cristal de la terraza, hacia el interior de la vivienda, y ve a tres personas, ¡las reconoce! Son los actores y la actriz de una de las últimas obras que ha visto, ya ni recuerda del título… Son todas iguales, estas obras de mierda, piensa… Entonces, de repente, el cristal desaparece y misteriosamente comienza a oírles. Tienen una copa de vino en la mano.

ACTRIZ.- ¿Y qué vamos a hacer entonces?

ACTOR 1.- Si sigue viniendo tan poco público, pues ya ves, arruinarnos.

ACTOR 2.- Cancelar no podemos.

ACTOR 1.- Y menos cancelar por lo que un gilipollas escriba sobre nosotros.

ACTOR 1.- No es un gilipollas.

ACTOR 2.- Entonces, ¿qué es?

ACTOR 1.- Que hablen de nosotros, aunque sea mal.

ACTRIZ.- ¿Qué imbécil se inventó esa frase?

ACTOR 2.- Bueno, no sé si es más imbécil el que se inventó esa frase, o el que escribe barbaridades sobre todo lo que ve en los teatros y luego las manda al periódico…

ACTOR 1.- Pues yo quiero brindar por él.

ACTOR 2.- ¿Por quién?

ACTOR 1.- Por él.

ROBERTO.- ¿De quién habláis? ¿Quién es ese imbécil?

CONCHA.- No te pueden oír.

ROBERTO.- Concha, dime de quién hablan.

CONCHA.- ¿De quién crees?

ACTOR 2.- Lo que sí ha pasado es que desde que se publicó la crítica ha dejado de venir público.

ACTOR 1.- Pero si ya nadie le da credibilidad. Si todos los espectáculos la parecen una mierda, con actores malos, textos malos… Todo lo que se estrena, para él es una mierda. Es como el cuento de Pedro y el lobo.

ROBERTO.- ¿Pedro y el lobo? ¿De qué hablan ahora?

ACTRIZ.- Llevamos una semana perdiendo dinero.

ACTOR 2.- Y lo que nos queda por perder.

ACTRIZ.- Nos queda un mes de funciones.

ACTOR 2.- He hecho los cálculos, espera que os los digo, los tengo aquí en el móvil…

ACTRIZ.- No, no nos amargues la noche ahora…

ACTOR 2.- Pero si es mejor que seamos conscientes de…

ACTOR 1.- Yo brindo por él. A mí me parece un pobre hombre.

ACTOR 2.- Un imbécil.

ACTRIZ.- Un amargado.

ACTOR 2.- Que solo sabe hacer el mal.

ACTRIZ.- ¿Por qué quieres brindar por él?

ACTOR 1.- Pues ya no me acuerdo… La verdad es que se me están quitando las ganas de brindar por él.

ACTRIZ.- Pues brindemos por otra cosa.

ACTOR 2.- A mí se me ha ocurrido una genial idea para remontar.

ACTOR 1.- ¿Una genial idea? ¿Para superar el duro trago de la crítica?

ACTOR 2.- Uno de los tres se tiene que liar con un famoso. O con una famosa.

ACTOR 1.- ¿Como Marujita Díaz?

ACTOR 2.- Bueno, quizá con Marujita Díaz ya no sea posible…

ACTOR 1.- Me refiero que Marujita Díaz se lio con uno y…

ACTOR 2.- ¿Marujita Díaz se lio con un actor que tenía en cartel un montaje que iba mal de público?

ACTOR 1.- Que hay que liarse con alguien así con mucho nombre, como Marujita Díaz.

ACTOR 2.- ¿Y si me lío con Beatriz Rico?

ACTRIZ.- No.

ACTOR 2.- Ya estás celosa…

ACTRIZ.- No es eso… Tiene que ser con alguien o que esté muy de moda, o que nunca pase de moda.

ACTOR 2.- ¿Tú te puedes liar con Julio Iglesias?

ACTRIZ.- ¿Yo? Bueno, Julio Iglesias… Sería un bombazo… Pero, ya puestos a elegir, prefiero a Enrique Iglesias, que es más de mi edad…

ACTOR 1.- A ver, vamos a pensar en algo más sencillo, algo más fácil…

ACTRIZ.- ¿Concha Velasco?

ACTOR 1.- Nos pilla más cerca, y…

CONCHA.- Sí, hombre, no tengo yo otra cosa que hacer que…

ACTOR 1.- Bueno, Concha Velasco podría ser, te tocaría a ti, que era tu ídolo de juventud…

ACTOR 2.- ¿A mí?

CONCHA.- (A Actor 2.) ¡Y tú crees que yo me voy a liar contigo? ¡Ni lo sueñes! ¡Con lo feo que eres! ¡Y encima, mal actor! ¡Lo que me faltaba!

ROBERTO.- ¿Ves como es mal actor? Si eso lo he dicho yo en mi crítica el otro día…

ACTRIZ.- ¿Dónde vive Concha Velasco?

ACTOR 2.- Bueno, vamos a ver, vamos a pensarlo bien… Concha Velasco era mi ídolo de juventud, pero ahora mis ídolos son otros…

CONCHA.- Vámonos de aquí, ya hemos oído suficiente. (Agarra de la oreja a Roberto.)

ROBERTO.- Pero si ahora es cuando esto se pone interesante…

Concha lleva volando a Roberto por encima de todos los edificios. Pero, antes de aterrizar de nuevo, hacen una coreografía aérea, sin que aporte nada a la trama; pero es que estamos en un musical. El número musical en cuestión dura alrededor de siete minutos. De repente se paran sobre un edificio de unas cinco alturas, que tiene una ventana abierta; entran por ella y Roberto reconoce enseguida dónde están: la redacción del diario para el que escribe. Hay un joven tratando de recomponer algo en su ordenador; su nombre es Julián. Roberto no le conoce.

JULIÁN.- A ver… Si corto esta frase, quedaría… Bueno, yo creo que se entiende igual.

ROBERTO.- ¿Quién es?

JULIÁN.- Realmente esta frase dice algo tan feo y desagradable, que… Madre mía, y eso que se supone que él intentó ser actor… ¿Cómo puede decir estas cosas tan feas de los actores? ¿Está despechado, o algo? Algo le debió pasar cuando era joven, que…

ROBERTO.- ¿Qué está haciendo? Si esta es la redacción del diario a donde yo envío las críticas… Debe ser…

CONCHA.- Es Julián, el becario de por las tardes.

ROBERTO.- Claro, y está preparando el material para la edición del día siguiente…

CONCHA.- Está adaptando un artículo al espacio que le queda en el diario. Tiene que cortar algunas frases.

ROBERTO.- ¿Corta frases? ¿Corta frases que ha escrito alguien y no le consulta?

CONCHA.- No hay tiempo. Y además solo intenta mejorar lo que le han dado y hacer que le quepa en el espacio que tiene.

ROBERTO,. ¿Y qué está recortando?

CONCHA.- Pues… No sé… Acércate…

JULIÁN-. Si lo dejo así, a ver… Yo creo que así, sí que cabe…

Roberto se acerca y mira la pantalla del ordenador de Julián.

ROBERTO.- Parece una crítica de teatro.

En ese momento entra una mujer, se llama Rosa.

ROSA.- Julián, ¿cómo vas?

ROBERTO-. A esta la conozco, es mi jefa…

JULIÁN.- Creo que ya está. Total, el sentido del texto, está, es decir, el resumen es que el espectáculo le ha parecido una mierda. Si le quito lo que le he quitado, el resumen es el mismo…

ROSA.- Qué novedad, el espectáculo le ha parecido una mierda.

JULIÁN.- Pues como todos lo que ve.

ROBERTO.- ¿De quién hablan?

ROSA.- Qué ganas tengo de que se jubile.

JULIÁN.- Pues… No sé… es un tipo muy inteligente, pero…

ROSA.- Lo malo es que no le podemos decir que le cortamos las críticas, porque tiene un carácter…

ROBERTO.- ¿Quién?

ROSA.- El día que nos manda las críticas breves, las tenemos que publicar tal cual, pero cuando las manda muy largas, menos mal que las recortamos… Ahí podemos hacerle pasar como alguien más sensato, y no como el cafre que verdaderamente es…

JULIÁN.- Pobres artistas.

ROSA.- Pobres.

JULIÁN.- Los pone a caldo…

ROSA.- Siempre.

JULIÁN.- Seguro que no era mala persona de joven, no sé qué le habrá pasado…  Me hubiera gustado conocerle entonces.

ROBERTO.- Pero, ¿de quién hablan?

Roberto se acerca más al ordenador y lee…

ROBERTO.- Eh, esa frase… ¡Eso lo he escrito yo! ¿Está recortando mi crítica? Pero, ¿cómo se atreve? Este payaso…

Roberto, enfadado, se dispone a coger el ordenador de Julián, y a hacerlo trizas.

CONCHA.- Roberto, espera, que voy a poner música.

ROBERTO.- ¿Música? No me vengas con pitorreo.

CONCHA.- ¡Esto es un musical! Puedes bailarte algo. Cantar ya sé que se te da un poco mal, pero puedes hacer un solo de enfado destrozando el ordenador de Julián, espera…

Concha chasquea los dedos y comienza a sonar una música. De repente, Julián baila claqué. Jamás hubiera pensado que podría bailar claqué., pero ahí está, bailando claqué en la redacción del diario en el que trabaja… Empieza con el ordenador de Julián, pero luego sigue con el resto de ordenadores, papeles, sillas, mesas, todo… Y baila sobre ello. De repente se acuerda de un número del musical Billy Elliot en que el niño está enfadado, y…

El reloj de la torre da los cuatro cuartos, y enseguida tres campanadas. ¡Ya han dado las tres! Roberto se da cuenta de que ya no está en la redacción del periódico, sino en su habitación, ha tirado todo lo que tiene por el suelo y lo está pisoteando. No hay ni rastro de Concha Velasco.      

Continuará…

@nico_guau

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