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Mientras tanto'Lady Bird', una historia dolorosamente cercana

‘Lady Bird’, una historia dolorosamente cercana


 

Lady Bird no es una grandísima y épica historia como la que cuenta The Post, tampoco tiene la fuerza narrativa e interpretativa de Tres carteles a las afueras. Es una película más pequeña, con menos aspiraciones y mucho menos pretenciosa. Y ahí está su magia. Porque consigue ser mucho más cercana, a veces dolorosamente próxima, y desempeña mejor ese papel que a veces le pedimos al cine: sentirnos identificados con personajes e historias, ayudarnos a saber quiénes somos y qué lugar ocupamos en el mundo.

 

Lady Bird expone diversos conflictos a partir del deseo de huida de una chica que, al final de la adolescencia, cuando se plantea su futuro, llega a la conclusión de que quiere abandonar la pequeña ciudad californiana en la que vive, incluso la costa oeste de Estados Unidos, para estudiar en una universidad de la costa este.

 

En el arranque de la película, Lady Bird, el nombre que adopta la protagonista y que da título a la cinta, está con su madre en un coche escuchando el final de Las uvas de la ira en una edición grabada en cintas de cassette, y esa secuencia parece ser la firme declaración de que California no es precisamente un paraíso para ellas, especialmente para la hija.

 

Lady Bird quiere fugarse de un entorno clasista que la mira por encima del hombro, o que ni la ve, por vivir en la zona pobre de la ciudad, “en el lado equivocado de la vía del tren”, situación que todavía puede empeorar después de que su padre haya perdido su empleo y al que, por su edad, le va a ser muy difícil conseguir otro puesto de trabajo, porque el mercado laboral local sólo valora lo nuevo y no la experiencia ni tampoco el reciclaje constante en el que se ha esforzado. Lady Bird quiere huir de un mundo en el que tiene que fingir ser quien no es, vivir donde no vive, no querer a quien quiere, para que se la tome en cuenta, para entrar en determinados círculos sociales. Desea irse de un lugar que le obliga a ocultar y a avergonzarse del sitio (social) del que procede para sentirse aceptada. Para eso, borra hasta su nombre: sus padres le pusieron el de Christine, pero obliga a todo el mundo a que la llame «Lady Bird».

 

Lady Bird muestra el conflicto que se genera cuando una familia de clase trabajadora (tampoco es que sea ése exactamente el caso que muestra la película, quizás se trata de una familia de clase media-media empobrecida o atravesando un bache) pone en práctica una estrategia de ascenso social para sus hijos a través de la elección de un centro educativo que identifican con clases sociales superiores. La película expone el choque que nace cuando los padres desarrollan una estrategia de protección para sus hijos para que no entren en contacto con lo que creen que acompaña a su clase social. En el caso que nos ocupa, la violencia. La familia de Lady Bird (la madre, muy especial) asume que llevar a sus hijos a la escuela a la que creen que van las clases bajas les enfrentaría a un entorno violento, a poner en riesgo sus vidas.

 

La duda es si las familias que emprenden ese esforzado camino lleno de muchas privaciones y a veces de frustración odian tanto a su clase social como les odian las clases altas, si se desprecian tanto como les rechazan las pijas y adineradas compañeras de clase de Lady Bird. O si, simplemente, han llegado a la conclusión de que ser pobre y ocupar el escalón más bajo de la pirámide social es demasiado duro como para legárselo a sus hijos en herencia y, por eso, van a dejar exprimirse al máximo, y van a vengarse de todas las humillaciones convirtiendo a sus hijos en algo mejor de lo que creen que son ellos mismos. Y la cura del rechazo que puedan sentir hacia sí mismos es el orgullo que sienten por sus hijos y por lo que han logrado hacer por ellos.

 

Si ver la película desde esta perspectiva conmueve, sobre todo si sentimos que nos podemos mirar en el espejo que nos ofrecen sus personajes, también lo hace, y quizás más, la conflictiva relación de Christine-Lady Bird con su madre y la de complicidad que teje con su padre.

 

La madre, quizás, siente que ha colocado a su hija en el lugar más alto al que racionalmente puede aspirar alguien de su origen social. No se puede permitir económicamente dejarla volar más alto. Que su hija pretenda intentar ir más allá, abandonar la California que conoce y que desprecia e instalarse nada menos que en Nueva York, donde cree que está el conocimiento y el progreso, aunque sea con becas y préstamos, es demasiado egoísta por su parte, es no tener en cuenta que su padre está en el paro y que lleva años con depresión porque se temía ese amargo desenlace.

 

Pero el padre es el que se convierte en cómplice de Lady Bird en su plan de irse a Nueva York.

 

¿Qué nos quiere contar la película estableciendo esta tan diferente relación de Lady Bird con su madre y con su padre?, ¿las a menudo relaciones conflictivas entre las madres y las hijas, alimentada por las alianzas que éstas a veces urden con sus padres? Daría para mucho el desarrollo de la respuesta, y no sólo en términos freudianos. ¿O quiere mostrar que es el especial apego que sienten las madres por su prole lo que le hace llevar tan mal a la madre de Lady Bird que su hija se quiera marchar, mientras que el desapego de los padres les hace más fácil a éstos que los hijos quieran volar por su cuenta y escoger su futuro? ¿O es que la madre de la película, muy dura de carácter, es la que interpreta el realismo, incluso un pesimismo que le hace pensar que en el mundo en el que vivimos estudiar en una universidad lejana y cara no es garantía de un futuro próspero y que la que van a hacer puede ser una inversión inútil, mientras que el padre, en cambio, representa el idealismo, el optimismo, la fe, el “hay que dejarse llevar por los sueños que se tienen”?

 

Quizás el dilema se resuelve en un momento de la película en que los espectadores somos conscientes de que no sólo es un amor profundo el que explica la actitud de la madre, sino también un enorme miedo a que su hija se encuentre ya kilómetros por delante en todo y acabe despreciándola por considerarla pequeña e ignorante. Ni una carta es capaz de escribirle por miedo a que su hija considere que no sabe expresarse.

 

Lady Bird es una historia que interpela al espectador desde una perspectiva de clase, pero también de género. La protagonista es una mujer y el que se retrata de ella es ese momento de la vida en que se viven las primeras experiencias amorosas y sexuales, que son las que van dibujando el lugar que la sociedad ha diseñado para cada cual en ese ámbito de la vida. A ella, naturalmente, le sale tener un papel activo, tomando la iniciativa, siendo libre y considerándose igual, pero los chicos con los que se relaciona la colocan en un lugar subalterno con el que no se muestra conforme, a diferencia, al parecer, de las otras chicas ricas de su escuela, que en un primer momento le parecen más libres que ella misma.

 

Lady Bird parece que al final de la película ha arreglado muchos de sus conflictos, sobre todo con su madre, ha reparado sus muchas contradicciones, sabe mucho mejor quién es, ha encontrado un lugar en el que se siente cómoda, pero le anticipamos que esa reconciliación que puede haber firmado con sus orígenes y con ella misma es sólo temporal. Todo lo que ha vivido y lo que ha sufrido en ese curso académico que nos cuenta la cinta permanecerá siempre, como mínimo, latente.

 

 

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