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Las guerras contra la pobreza: las que la combaten y las que tratan de esconderla


 

La guerra contra la pobreza («War on poverty») fue un programa puesto en marcha en Estados Unidos hace cincuenta años, en 1964, por el presidente Lyndon B. Johnson. El 8 de enero de ese año, inauguró la primera batalla con estas palabras:

 

«Desafortunadamente, muchos americanos viven fura de toda esperanza, algunos debido a su pobreza, y algunos a causa de su color, y demasiados debido a ambas cosas. Nuestra tarea consiste en ayudar a reemplazar su desesperación con oportunidades. Este Gobierno hoy, aquí y ahora, declara la guerra incondicional a la pobreza en América. Insto a este Congreso y a todos los estadounidenses a unirse a mí en este esfuerzo».

 

En el año 2014, coincidiendo con el cincuentenario de las palabras de Johnson, el consejo de consultores económicos de la Casa Blanca realizó un informe para evaluar el grado de éxito del programa puesto en marcha por ese presidente y del que Barack Obama se siente heredero.

 

En el texto se pone de manifiesto cómo el porcentaje de la población en situación de pobreza ha bajado desde el 25,8% en 1967 hasta el 16% en 2012. Pero, pese a ese avance, el informe reconoce que aún hay mucho que hacer: en el momento de publicarse se contaba con datos de 2012 y en esa fecha, Estados Unidos tenía 49,7 millones de ciudadanos sufren situaciones de privación o viven directamente por debajo del umbral de la pobreza. De ellos, 13,4 millones eran niños.

 

Un año después, el informe periódico elaborado por US Census Bureau (un organismo público dependiente del Departamento de Comercio) informa de que a finales de 2013 había 45,3 millones de pobres en Estados Unidos, lo que supone el 14,5% de la población del país.

 


Evolución de la pobreza en EE.UU.

 

 

En definitiva, la pobreza ha retrocedido en Estados Unidos, pero no lo suficiente. Y las medidas adoptadas para elevar las oportunidades de los más desfavorecidos también se han mostrado apenas discretamente efectivas: «Aunque los Estados Unidos son vistos como la tierra de las oportunidades económicas, sólo la mitad de quienes obtienen menos ingresos logran salir de esta situación en un periodo de veinte años», comenta el informe, que también muestra cómo la situación económica sigue heredándose de padres a hijos.

 

También revela el documento que, conforme ha pasado el tiempo desde los años sesenta hasta ahora, la acción estatal se ha hecho cada vez más necesaria, porque las ineficiencias del mercado han ido a más. La tasa de pobreza que habría sin actuación pública de ningún tipo, la que genera el propio sistema económico ha crecido en el país desde el 27% hasta el 28,7% entre 1967 y 2012. Gracias a los programas diseñados para incrementar la seguridad económica sacaron de la pobreza a 45 millones de personas en 2012. Entre 1968 y 2012, lo ha hecho con una media de 27 millones de personas al año. Ello ha afectado especialmente a las personas de más de 65 años, que en 1960 sufrían una tasa de pobreza del 35%, cifra que ahora ha caído por debajo del 15%. Y también se ha demostrado especialmente útil durante las épocas de recesión económica: a pesar del crecimiento de la pobreza de mercado en un 4,5% entre 2007 y 2010, la tasa de pobreza medida en términos convencionales, después de transferencias, lo ha hecho en apenas un 0,5%. Y todavía más útiles son los programas públicos para atajar la pobreza severa, es decir, para los pobres entre los pobres: del 19,2% que genera el mercado, baja hasta el 5,3%.

 

 

Pobreza antes y después de transferencias en EE.UU.

 

 

El informe de la Casa Blanca comenta que, sin los programas puestos en marcha desde hace cincuenta años, la tasa de pobreza hoy en Estados Unidos se situaría en niveles similares a los que había en 1967: el 28%.

 

Pero otro documento de evaluación de las políticas estatales puestas en marcha por Johnson pone de manifiesto que las tasas de pobreza ya estaban reduciéndose antes de 1964. Lo podemos ver en este gráfico: 

 

Evolución de la pobreza en EE.UU. desde 1947 

 

 

Pese a las críticas lanzadas por The Heritage Foundation, una organización liberal y partidaria del Estado mínimo, también el documento gubernamental muestra poco lugar a la complacencia. Así, pese a reconocerse esa corrección en la tasa de pobreza, también se da cuenta de esta enorme disfunción existente en Estados Unidos: la gran desigualdad de ingresos de los diferentes quintiles que separa a los ciudadanos por su nivel de renta. (Para entender el gráfico, hay que tener en cuenta que el primer quintil reúne al 20% con menores ingresos y el quinto, al 20% con mayores ingresos):

 

Diferencias de ingresos por quintiles


 

El informe apunta varias razones para explicar esto: en primer lugar, el fracaso del salario minimo, un instrumento que sirve, y mucho, para reducir desigualdades y pobreza; en segundo lugar, la caída de la afiliación sindical (el porcentaje de trabajadores americanos representados por los sindicatos ha caído desde el 23,5% en 1983 hasta el 12,5% en 2012); además de la llegada de inmigrantes de países cada vez más pobres, algo que los empresarios aprovechan para tirar los salarios; así como el incremento de los hogares monoparentales encabezados por mujeres, que reciben salarios mucho más bajos que los varones…

 

 

Este artículo podría parecer una síntesis sobre la evaluación que realizan en Estados Unidos sobre sus programas anti-pobreza desde los años sesenta. Y lo es. Pero no sólo. Con él, queremos poner de manifiesto, además, la transparencia de ese país con todo lo que tiene que ver con las estadísticas. En la página web de la Casa Blanca encontramos un informe de evaluación sobre los programas anti-pobreza que han desarrollado los sucesivos Gobiernos y en la oficina de estadísticas, números detallados sobre la situación actual y un histórico de datos que miden la pobreza por edad, raza, género y situación social que llega hasta 1959. Por favor, échenlo un vistazo para comprobar el grado de profundidad del informe anual de pobreza en Estados Unidos. 

 

En otro lugar quisimos hacer una historia de la pobreza en España y nos fue muy complicado porque no existían ni números homogéneos ni recursos públicos donde encontrar nada. Menos mal que contamos con Cáritas y su Fundación Foessa, que periódicamente le dan un repaso a la situación social de España. Nada menos que desde el año 1967. El Gobierno español, lejos, pues de aportar más datos que la Encuesta de Presupuestos Familiares y que la Encuesta de Condiciones de Vida que elabora el INE y que, en muchos casos, son muy insuficientes, sobre todo en comparación con la información existente internacionalmente, ha arremetido en varias ocasiones, sobre todo por boca de su ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, contra Cáritas, una de las organizaciones que más hace por la concienciación sobre este problema social y, también, por la propuesta de alternativas para curar la enfermedad.

 

Lo malo es que España, en este asunto, no es una excepción. Esta misma semana saltaba en Argentina una polémica respecto a la importancia, a la necesidad, a la conveniencia, de contar el número de pobres del país

 

En definitiva, hay dos tipos de guerras contra la pobreza: la que busca acabar con ella y la que persigue hacerla invisible. 

 

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